¡Qué decepción! Santi Balmes, mi amor platónico, tiene dos hijas... y por si no fuera suficiente humillación, son pequeñas Scarletts Johanssons y él las ama con una locura más que remarcable. ¿Debería chocarme que una de las dos personas de este mundo que consigue extremecerme tenga su vida requetemontada? En algún lugar de mi absurda mente cabía la remota posibilidad de que esa persona fuera igual de inconformista que yo y que, lejos de casarse, tener descendencia, suegra y periquito, optara por rendirse a los encantos de una rubia esquizofrénica, ojerosa y 20 años menor que él.
Antes de continuar... escuchad esto y entenderéis por qué no puedo evitar querer fundirme con este hombre.
Y por mucho que las idealistas nos empeñemos en otorgarle un título nobiliaro a cualquier macho que creamos especial, debajo de esa capa teñida de azul lo único que habrá por y para siempre será humo.
Cari, explícame, si soy princesa... ¿por qué me esquivan los príncipes?
Antes de continuar... escuchad esto y entenderéis por qué no puedo evitar querer fundirme con este hombre.
Y por mucho que las idealistas nos empeñemos en otorgarle un título nobiliaro a cualquier macho que creamos especial, debajo de esa capa teñida de azul lo único que habrá por y para siempre será humo.
Cari, explícame, si soy princesa... ¿por qué me esquivan los príncipes?