viernes, 24 de septiembre de 2010

¡Hombre, cuánto tiempo!

No sé. No sé nada.

No sé escribir y soy incapaz de implicarme en política. Tampoco leo la prensa cada día.


Tengo casi 19 años. Creo que llego tarde a todas partes, que me estoy perdiendo muchas cosas. ¿Por qué? Porque no sé escribir y soy incapaz de implicarme en política y, aunque voy para periodista, no leo la prensa cada día.


CiU va a ganar las elecciones en noviembre y lo mismo hará el PP en las generales. Y soy incapaz de implicarme en política. No me atrevo a ir a la manifestación del 29 de septiembre por miedo a quedarme atrapada en Barcelona por todo el rollo del transporte público y los servicios mínimos. Verdaderamente inútil.


Quiero vivir de lo que escriba. Quiero escribir un par o tres de best sellers y lo único que hago es mecanografiar frases inconexas.


Lo jodido es que no me siento tan mal como debería. A ratos creo que me voy a comer el mundo, pero sólo a ratos.


Concluyo que...

El único handicap de ser medianamente feliz es que se me seca el cerebro y no escribo nada coherente. Harta de esta sensación, he decidido escribir lo que se me pasa por el cerebro (más o menos seco). Parece ser que no hay gel de lucha que utilizar, ni conciencias que ensuciar.


Esto me lleva a pensar que la única ventaja de la infelicidad es el chorreo inacabable de dolor y el dolor no es otra cosa que una cantera de musas... el Pentélico, la Isla de Paros, la Carrara de los escritores.

Foto de algún Tumblr.