Espero morir... morir a manos de mí misma y morir en mis propios brazos.
Que no me consuele nada más que mi propio llanto, lo único que me acompañó siempre.
En este rincón oscuro... arrullada por sonidos faimiliares, distorsionados y lejanos... lamo la sangre que brota en una esquina de mi piel, lamo el filo del cuchillo que hace brotar esa sangre... ansia incoherente de curar y de herir a la vez.
Repasar con la mente los recuerdos y reencontrar pedazos de mí olvidados... ansia de mirar y reconocer lo que un día fui.
Vivo en el vértice...a punto de caer, pero con el equilibrio indeseable de quien no encuentra manera de tirarse al vacío.
Que no me consuele nada más que mi propio llanto, lo único que me acompañó siempre.
En este rincón oscuro... arrullada por sonidos faimiliares, distorsionados y lejanos... lamo la sangre que brota en una esquina de mi piel, lamo el filo del cuchillo que hace brotar esa sangre... ansia incoherente de curar y de herir a la vez.
Repasar con la mente los recuerdos y reencontrar pedazos de mí olvidados... ansia de mirar y reconocer lo que un día fui.
Vivo en el vértice...a punto de caer, pero con el equilibrio indeseable de quien no encuentra manera de tirarse al vacío.
¿Y la noche oscura del alma?
ResponderEliminarHay momentos en que nos adentramos sin saberlo en el corazón de las tinieblas. Pero al atravesarlo demostramos que no hay camino sin salida.
Evasíon. Esa sería la palabra. Momentos en que la aspereza del cuerpo repiquetea continuamente y no hay lugar a donde ir...
De nuevo la evasión, de esta prisión.
Ten cuidado. Las crisis son muy chungas. Cuidate.